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La lujuria no es el pecado peor visto, porque en nuestro fuero interno todos podemos comprenderlo y disculparlo, pero sà es el pecado mÃístemido y contra el cual se ha escrito mÃís literatura. Ante todo,porque pone en peligro la familia, sobre la que se sostienen lascomunidades polÃticas. Y porque, mÃís allÃí de este aspecto público, la lujuria contiene en sà misma un componente demonÃaco.Anna Punsoda reflexiona sobre la condición ambigua del deseo: es loque mejor cuestiona al sujeto de la Modernidad, un sujeto libre,autosuficiente, capaz de mantener a raya cualquier pasión alienadora. Y, sin embargo, también es la rendija milagrosa por la que renace lo que dÃíbamos por muerto. «Pensar las tensiones sexuales paraproteger al débil es un deber para con la persona y la historia.Hacerlo sin matar el deseo es un deber para con la vida, el arte y lagracia del mundo», afirma la autora.La serie «Pecados capitales» pretende ofrecer una visión fresca yrigurosa de cada «pecado» de la mano de nuevas voces del ensayo.