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Es verdad que el cine se parece a un espejo, y que lo que la pantallarecibe del proyector no es más que un juego de fulgores y destellos,pero la luz que se le devuelve a cada espectador es otra muy distintaporque pasa por el riguroso filtro de sus sueños, y probablemente nohay nada más verdadero que eso.Pero al otro lado del espejo está lo que no vemos, la carne y el hueso de esas sombras que llamamos estrellas de cine, las que se pasean por los festivales como si fueran personas de verdad con las que podercharlar y hasta comer una paella, o incluso emborracharse, paramostrarse al final tal cual son, sin peluquería ni maquillaje: losdioses y los monstruos de la historia del cine. A su lado y entre bastidores se asoma la mirada de Joan Lluís Goas, la persona que los acompaña durante muchos años en reuniones,festivales, cenas y fiestas, para destilar aquí, por fin, de cada unade ellos, estas semblanzas tan inverosímiles a veces, pero tan reales. Goas perfila una divertida crónica que no se deja cegar por laanécdota. Él sabe dónde buscar la humanidad, la modestia o la vanidadde esos dioses y monstruos que se delatan como cualquiera en cadagesto y en cada palabra, y que invitan al afecto o al desengaño, peronunca a la indiferencia. Con un estilo muy cercano y persuasivo, Goas sabe fijarse en losdetalles con humor elegante y finísima ironía, sabiendo que el cine es un trasunto de la vida, ese espejo, decíamos, en el que si nosmiramos y no nos vemos, es que entonces no vemos nada.